El 24 de noviembre conjeturé aquí que el objetivo central de la tercera manifestación del año que anunciaba la presidenta Sheinbaum era mostrarle musculatura a quienes se atrevieron a marchar contra la violencia y su gobierno.
Ayer —en un video de cuatro minutos que entierra al México en que los mandatarios estaban obligados a no usar recursos públicos para echar a andar a seguidores y partidarios—, la Presidenta, creo, fortaleció mi supuesto. Dijo que en noviembre vivieron una andanada de campañas y calumnias en contra de lo que representan.
“Han inventado una cantidad de cosas tremendas”, puntualizó. “Y todo porque somos un movimiento que hoy está en el poder y que nunca nos separamos del pueblo”.
¿Qué cosas tremendas se inventaron en noviembre? ¿El homicidio de Carlos Manzo, el Plan Michoacán, la decisión de la Suprema Corte contra Ricardo Salinas, la movilización de la Generación Z y la fiereza con que la policía respondió, la protesta nacional de transportistas y productores agrícolas, la caída de Gertz? Dios sabrá.
Pero, mientras, la estadista que cuidaba las palabras convoca a la “celebración histórica” de la 4T el sábado en el Zócalo y acusa a otros, sin pruebas, de incitar a la violencia y clamar por la intervención extranjera. Polariza duramente con recursos del erario.
¿Por qué?


