COAHUAYANA, Mich.— El municipio de Coahuayana, cuya economía se cimenta en la producción multimillonaria de plátanos, experimentó una violencia brutal y calculada el pasado 6 de diciembre, cuando un coche bomba estalló frente a la Comandancia de la Policía Comunitaria, dejando una estela de destrucción a su paso.
Investigadores consultados por Excélsior consideran que el atentado iba dirigido específicamente contra la guardia comunitaria, pues ha servido como el “primer escudo” contra el asedio del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en esta región de Michoacán limítrofe con Colima.
Según testigos, el ataque fue ejecutado con una crueldad que buscó maximizar las bajas, pues el artefacto explosivo fue disimulado en la caja de una camioneta pick up entre hojas de vástago y racimos de plátanos.
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Tal fue el caso, dijeron, que uno de los individuos al interior del vehículo habría gritado segundos antes: “Acérquense por plátanos”.
Las autoridades encontraron en la escena del crimen y en 300 metros a la redonda que el explosivo estaba cargado con proyectiles adicionales: pedazos de metal cortados en forma de triángulo, considerados por especialistas como más letales que los clavos o tornillos usados habitualmente en estos ataques.
Si bien Coahuayana es una puerta estratégica a Michoacán y hasta hace dos años era considerado uno de los municipios más seguros, el asedio del CJNG ha provocado continuos enfrentamientos con la Policía Comunitaria y grupos rivales del crimen organizado, asentados en la sierra de Coahuayana y Aquila.
Farid Alcalá, dueño de una farmacia y enfermero en un IMSS Bienestar, hospital ubicado a menos de 20 metros de la comandancia atacada, recibió a los dos primeros policías que resultaron heridos por el estallido, “lamentablemente los dos heridos murieron antes de recibir las primeras atenciones médicas, lamentó, pues cuentan con quirófano, pero no puede ser utilizado porque no tiene un sistema de enfriamiento, indispensable para practicar cirugías.
María Guadalupe Pérez Moreno, propietaria de la paletería, dice que no ha tenido tiempo para llorar su tragedia, porque vive atareada entre visitar a su esposo lesionado en un pie, así como limpiar el local donde tenía su negocio.
Teresa Jiménez, atendía una lonchería y con el producto de su trabajo mantenía a sus dos hijas. Una de las niñas estaba en el negocio cuando ocurrió la explosión; ambas resultaron con lesiones leves, pero sabe que la vida en Coahuayana ya no será la misma.
El alcalde de Coahuayana, Andrés Aguilar, confirmó a este diario que hay civiles entre las personas lesionadas por el ataque hacia la policía comunitaria. Detalló que hay cinco personas hospitalizadas, tres de ellas graves.
Con información de Abraham Acosta
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